Los paquetes procedentes de Asia invaden medio mundo. China, Hong Kong, Singapur, Taiwan o Malasia son algunos de los países de donde vienen los artículos más baratos.
Dentro de estos paquetes medianos y pequeños viene
bisutería, ropa, artículos para el hogar, relojes, zapatos y otras
muchas mercancías que los destinatarios han conseguido a hasta 1 euro –incluido el envío– en tiendas virtuales como Wish y
Aliexpress.com.
Correos de Puerto Rico también está desbordado por el aumento de estos envíos para los que no está preparado: recibe 25.000 paquetes diarios de este tipo.
También aumentan las quejas de los usuarios portorriqueños por el tiempo que tarda en llegar dichos envíos: “¿Por qué los envíos procedentes de Asia suelen contar con condiciones
especiales? He recibido paquetes procedentes de Europa sin el mayor
contratiempo, incluso en tiempo récord, pero, cuando se trata de
paquetes procedentes de Asia, estos parecen que simplemente desaparecen,
pasan los meses y no llegan”, pregunta un joven.
El poder adquisitivo de los trabajadores en general a nivel mundial, fruto de la bajada de salarios que imponen los empresarios, les obliga a comprar lo más barato posible, venga de donde venga la mercancía. Al mismo tiempo las empresas se ven obligadas a vender más barato para conquistar el mercado, por lo que invierten en maquinaria y tecnología para fabricar más productos en menos tiempo, lo cual implica también necesitar menos mano de obra ( provocando desempleo) o bajar los salarios (porque el objetivo es mantener o aumentar los beneficios del empresario). Y ya tenemos el círculo vicioso o la pescadilla que se muerde la cola: se produce cada vez más con menos gente a tal nivel que es imposible consumir todo lo que se produce. Estas son las crisis de superproducción cada vez más profundas en la economía de mercado y fuente de toda la quiebra y bancarrota que sufre la economía mundial.
Pero si ponemos las fábricas, las empresas, la maquinaria, la tecnología en manos de toda la sociedad (arrebatándoselo a los grandes propietarios), podremos planificar la producción y la economía de tal manera que todo el mundo trabaje (mucho menos horas, claro) y podamos todos disfrutar de la abundancia borrando de la faz del planeta la incertidumbre, el desempleo, la miseria y las guerras organizadas por los banqueros y grandes empresarios para repartirse los recursos y los mercados.